Por: Alejandro Mantecón
¿Qué deja el despojo a Ferrosur? La cúpula empresarial de México no se interesó, en su momento, por la clase media, ni se solidarizó con las madres afectadas con las guarderías, ni con los científicos, ni con los médicos, ni con los enfermos de COVID, ni por los niños con cáncer, ni con muchos otros sectores de la población y organizaciones afectadas. La estrategia fue simple: hagamos negocios, cerremos los ojos y evitémonos problemas.
El despido de Daniel Goldin, que formó parte del consejo de la Biblioteca Vasconcelos de la Ciudad de México y de la que fue su director, no fue un asunto relevante para ellos ni para el Consejo Coordinador Empresarial como tampoco el desmantelamiento de la Ciencia en manos de María Elena Álvarez-Buylla (y como mero ejemplo el abandono de investigadores becarios en Reino Unido, Alemania y Francia) o la demolición de la educación y con ello el sombrío destino de miles de niños que si sobrevivieron a la epidemia del COVID estarán condenados a la falta de oportunidades de desarrollo durante sus vidas.
Pero para la cúpula empresarial eso no fue importante. Como tampoco para las cámaras que los representan.
Cuatro millones de nuevos pobres no fue un asunto que movió ningún desplegado exigiendo explicaciones o cambios. El CCE y la CANACINTRA, como otras cámaras, guardaron un silencio complaciente a la falta de vacunas para doctores y enfermeras de hospitales privados, lo que fue sin duda una enorme injusticia que hubiera merecido el mayor reclamo y la exigencia unánime de proteger la vida de todos. Los organismos empresariales cerraron y cierran sus ojos a la violación de la ley de manera burda, descarada y repetida por parte del presidente, su partido y sus candidatos todos los días. O a la violencia contra la prensa, el INE o la SCJN. Las cámaras, mimetizadas por sus agremiados más destacados, fueron cómplices, con su mutismo, de las miles de muertes por COVID que pudieron haberse evitado. Esto, francamente es terrible.
Al igual que el PAN y el PRI, que deben a México un necesario mea culpa, la posición del empresariado mexicano es indudablemente decepcionante o penoso. Las caricaturas con que los describen muchos moneros es tan cruda como indefendible. Mientras pueden acrecentar sus fortunas lo demás no es importante, ni la vida, ni la educación, ni el porvenir de millones, ni el país… hasta que el monstruo que alimentaron los engulle. Hasta que el verdugo que solaparon los sujeta.
El despojo de Ferrosur mostró (nuevamente) quién es López Obrador pero también nos recuerda la obsolescencia de las cámaras empresariales y los valores de la élite económica mexicana.