reconciliación

Dos historias

Por: Alejandro Mantecón

Martín Pistorius escuchaba todo a su alrededor. En un estado cercano a la coma, vegetativo, cada sonido tenía un especial significado en esa prisión que era su cuerpo. Durante más de cuatro años permaneció sin poder comunicarse, o moverse, o interactuar en ningún modo. Pero escuchaba y comprendía todo. Incluso las palabras de su mamá diciéndole ¿por qué no te mueres?.

Martín Pistorius se recuperó. Dejó su Sudáfrica natal y hoy radica en Londres. Más allá de sus muchos éxitos su mayor triunfo es estar vivo, con todo lo que significa.

Kitty Genovese vivía en Queens. El 13 de marzo de 1964 después de trabajar fue atacada en el pasillo de su departamento donde vivía. Un desquiciado la acuchilló en dos episodios. El atacante la violó, golpeó, y la apuñaló durante más de media hora. Sus gritos de auxilio fueron escuchados por al menos doce testigos. Nadie la auxilió.

En el libro Harlan Ellison’s Watching de Harlan Ellison relata que uno de los hombres que escuchó el ataque encendió la radio para no oír los gritos de Genovese. Esto para “no verse implicado”.

Kitty Genovese murió camino al hospital.

¿Qué une a estas dos historias? Una, la de Martín Pistorius con su lucha por el aislamiento, por su soledad, su monotonía y sus desgarradores encuentros conociendo la opinión de la gente a su alrededor y la de Kitty Genovese asesinada por un pervertido pero también por el silencio y la apatía de muchos en medio de una sociedad insultantemente fría e incluso perversa.

¿Existe un hilo conductor en estas historias desgarradoras? ¿Nos sacuden hiriéndonos o somos simplemente pasivos conocedores de estos hechos? ¿Es el egoísmo el factor que asimila los casos? ¿la estupidez? ¿Existe el bien y al olvidarlo dejamos vacíos que son llenados con la maldad, la falta de amor, de bondad? ¿Qué habríamos hecho nosotros en el lugar de ellos? ¿Qué habríamos hecho en el lugar de todos los que participaron o dejaron de participar en estas historias? ¿En dónde quedaríamos?

Anhelo de vida

Un boxeador, un árbol y unos montañistas

Por: Alejandro Mantecón

UNO
Hace años vi un programa que reproducía la experiencia de dos montañistas que habían ascendido a lo alto de alguna importante montaña cuando fueron sorprendidos por una ventisca. Esta repentina borrasca había arrebatado su tienda y con dificultad ambos habían intentado descender y buscar algún refugio y así la oportunidad de sobrevivir. Cansados y con el peligro que suponía cada paso, dada la mínima visibilidad existente y los enormes vientos, decidieron resguardarse junto a una saliente. Durante toda la noche se mantuvieron unidos y hablaron sobre lo que harían después de salir de este evento como ir a comer juntos a algún lugar común en el mismo pueblo donde vivían y degustar un delicioso platillo. La noche continuó entre el viento, la nieve y el frío.

Por la mañana uno de ellos despertó enterrado bajo la nieve abrazando aún a su compañero, la ventisca había amainado. Pero su compañero había muerto.

DOS
Hace también mucho tiempo vi una pelea de box. Particularmente no veo muchas peleas, por lo que no soy en lo absoluto ningún experto en el tema, pero vi con admiración la agilidad, la fortaleza e incluso la pasión con la que ambos dedicaban cada uno de sus movimientos, de sus ataques y de sus defensas. Después de algunos rounds en la que ambos habían entregado sin regateo todos sus movimientos un golpe pegó con contundencia en la cara de uno de ellos que no pudo esquivar el impacto. El boxeador cayó a la lona y el otro después de un breve espacio de tiempo alzó sus brazos con la inconfundible expresión del triunfo. Muchas personas vitorearon al ganador en cuyo rostro no cabía la alegría y la satisfacción de la victoria.

Después de unos pocos minutos pasaron en cámara lenta el vídeo del momento glorioso del golpe que mandó al boxeador a la lona. Y repitieron la escena otras veces más. No recuerdo el nombre de los boxeadores, ni la ciudad en la que se llevó a cabo el encuentro, ni la fecha pero hay una imagen que no puedo olvidar, el boxeador cayendo de espaldas con sus puños cerrados y frente a si, y una vez en el piso intentar inconsciente levantarse. Su cabeza y parte de su torso trataban de manera refleja seguir en la pelea aunque él no estuviera consciente de ello.

TRES
Hace unos años cortaron un eucalipto para crear un camino a una construcción que se edificaba en alguna comunidad de Zacatecas. Con tristeza vi que donde había crecido con los años un árbol y que sus ramas ofrecían una sombra que embellecía ese espacio había ahora un tronco sin vida y sin ninguna rama que pudiera mecerse con el viento. Volví al mismo lugar hace apenas unos días. Recorrí el camino de tierra bordeado de árboles hasta llegar al paso que dividía el siguiente predio y entonces vi el tronco. De él salían tres ramas grandes que se alzaban al cielo y en cada una de ellas habían crecido muchas otras pequeñas ramas y hojas y racimos.

¿Qué une a estas tres historias? ¿qué conexión invisible existe? ¿por qué murió uno de los montañistas y el otro no? ¿cuál fue la diferencia? ¿su condición física, su salud, su posición respecto a los vientos, su ropa? ¿Sus ganas de vivir? ¿Por qué el boxeador noqueado caía de espadas aun con sus brazos en guardia y estando en la lona su cuerpo intentaba continuar en la contienda sin estar él consciente de hacerlo? ¿qué lo movía a intentarlo? ¿que parte en su interior le decía «levántate y continúa» aun cuando el resto de su cuerpo no reaccionaba? ¿Por qué mientras muchos árboles en el mismo camino murieron por el frío o por la sequía y un árbol que parecía sin vida renacía y florecía y hoy se erige saludando al cielo con sus ramas?

Nunca lo sabremos. Nunca tendremos las respuestas a todo esto. Pero quiza, en alguna medida son ejemplos de una expresión fuera de nuestra comprensión, dentro del espacio de lo excepcional o de lo divino.

Nuestros amigos los perros

Por: Alejandro Mantecón

Nos han acompañado por años, han sido amigos, defensores y aliados. Lo mismo en el arreo de caprinos en Chile o Nueva Zelanda que lazarillos ayudando a invidentes en las calles de Nueva York o en la búsqueda de drogas en muchos aeropuertos.

En cada ranchería o comunidad, lo mismo en Colombia que en México, nuestros amigos los perros defienden por las noches las casas donde viven y sirven fielmente durante el día en labores del campo. Son maravillosos. Pero hoy los perros se han convertido además en parte de nuestras familias.

Y es en ese sentido que la pirotecnia, y de manera particular el ruido que algunos artificios generan, crean un nuevo horizonte y una interesante oportunidad para la actividad. Hay, cada vez más, un mayor interés de la sociedad por aspectos como el medio ambiente, los derechos humanos, la sustentabilidad, las energías limpias y por supuesto…los animales. Cómo dato curioso se calcula que existían en el 2019 más de 375 millones de personas veganas, es decir que no solo no comían productos derivados de animales sino tampoco vestían o usaban prendas con pieles o derivados de animales.

El cambio es fascinante, Loom es un ejemplo de ello, esta empresa que produce prendas de vestir con un destacado sentido de eco-responsabilidad debió tratar un asunto delicado, su decisión de fabricar unas zapatillas de cuero. Ver: https://la-mode-a-l-envers.loom.fr/est-ce-que-le-cuir-cest-mal/ Proyecto que obligó a Julia Faure, su co-fundadora, a revisar con sus clientes y socios las implicaciones éticas y la congruencia de sus valores de manera abierta y honesta. Loom que no está relacionada con niños y mujeres en condiciones de explotación, algodón con pesticidas, animales maltratados o qumicos peligrosos para la salud debió revisar la alternativa del uso de textiles sintéticos, con una enorme huella de carbono e impacto al ambiente, o el uso de cuero.

Este caso no habría tenido ninguna resonancia hace algunos años. Sin embargo la nueva conciencia ecológica y «el poder del veto» hacen que esta historia sirva para entender que el mercado cambió.

Para entender mejor esta perspectiva, pongamos un simple ejemplo, un grupo de amigos entran a un restaurante argentino en Lyon, Francia. De entre el grupo una pareja revisa el menú en busca de una opción vegana. El dueño del local se acerca a ellos e inicia una larga argumentación a favor del consumo de carne. Su alegato incluye temas como que los seres humanos siempre han comido carne, la vitamina B-12, el placer del sabor único de sus cortes así como otros puntos que para él son importantes, le es difícil comprender que este par de jóvenes no coman carne. Pero ellos no han ido al restaurante en busca de argumentos, ellos han decidido ser veganos y eso debe entenderse y respetarse. Si el restaurante desea tener el dinero de este intercambio debe incluir en su menú platillos que satisfagan este creciente estilo de vida. Así de simple.

Es mucho más inteligente adaptarse a las nuevas necesidades que luchar contra los cambios.

Ofrecer artificios pirotécnicos con diferentes intensidades de ruido, utilizar sustancias químicas más amigables al medio ambiente, consumir menos agua así como implementar procesos y desarrollar productos menos contaminantes pueden ser los primeros pasos para no solo unirse a estas nuevas tendencias sino incluso apoyarlas. Entre el concepto de pirotecnia contaminante y dañina para los animales y la pirotecnia responsable, existe una diferencia fundamental: Su comprensión a los nuevos desafíos societales o medioambientales y los tipos de trabajos que sustenta hoy.

Saber escuchar puede ser la diferencia entre la supervivencia o el cierre de las empresas pirotécnicas. Escuchar inteligentemente significa estar abierto a entender, asimilar y estar dispuestos a ofrecer lo que nuestros clientes quieren.

Los perros y la genuina preocupación de sus dueños por el efecto del ruido generado por la pirotecnia pueden significar extraordinarias oportunidades y no problemas. Todo depende de como lo afrontemos.

El reto del buen vecino

Por: Alejandro Mantecón

El Elsoskil es el nombre maya del henequén que por años fue una industria próspera en Yucatán. Las haciendas sembraban, hasta hace un siglo, estas plantas para atender las necesidades de fibras para cuerdas, sacos e incluso prendas de vestir.

Sin embargo detrás del auge económico que distinguía a estas haciendas subyacia una penosa diferenciación de castas que aún hoy lastima la historia y el recuerdo de esa época. En Sudáfrica las comunidades blancas crearon cotos y áreas de desempeño reservadas para blancos en lo que se llamó Apartheid que detallan muchos libros entre ellos «Ébano» de Ruszard Kapuscinski y que también se ha convertido en otro lamentable ejemplo de la discriminación y la segregación que las sociedades y las organizaciones pueden generar.

Las #minas deben evitar repetir cualquier situación así. La idea de un técnico minero ataviado con un vistoso chaleco de seguridad, con finos lentes y un casco de última generación, en un vehículo de modelo reciente -con aire acondicionado-, evitando el calor y el polvo del entorno, que recién ha salido de una zona (de su mina) que exuda tecnología, orden, procedimientos y ciencia puede contrastar fuertemente con la pobreza y el hambre que el campesino de la comunidad situada justo en las inmediaciones sufre. Y sus necesidades pueden ser dolorosamente asimétricas.

Implementar las mejores prácticas, la prevención, la detección y la vigilancia en base a la ética más allá de la legalidad a fin de evitar deterioro y daño en las comunidades resulta un llamado urgente. Los ejemplos en la historia abundan y los casos de armonía y respeto social también.

No olvidaremos

Por: Alejandro Mantecón

Cuando todo esto haya pasado daremos gracias por estar ante una nueva oportunidad. Seremos más grandes. Más fuertes. Más sensibles. Más humanos. Pero sobre todo más humildes.

Cuando todo esto haya pasado honraremos a todos los héroes en esta guerra contra un enemigo que no esperábamos, que no pudimos ver pero sufrimos sus horrores. Honraremos a los profesionales de la salud con nuestro respeto, nuestro agradecimiento y nuestro recuerdo eterno a sus actos y su valor.

Cuando todo esto haya pasado oraremos por nuestros muertos, por los que se quedaron atrás, por aquellos que sufrieron junto a ellos y por los que se adelantaron en el camino que seguiremos después. A ellos los guardaremos en nuestros corazones.

Cuando todo esto haya pasado miraremos con bondad a muchos hermanos que perdieron todo en un mundo en el que todo cambió. Trataremos de comprender, lo más pronto posible, el nuevo orden de las cosas y trabajaremos por la reconstrucción de nuestras vidas.

Cuando todo esto haya pasado buscaremos que este dolor no se repita. Exigiremos que todos los gobiernos participen en la previsión de nuevas pandemias, en el desarrollo de mejores análisis y métodos de contención. Aprender para dar alertas tempranas. Esto no debe volver a pasar.

Cuando todo esto haya pasado abrazaremos a nuestros vecinos, a nuestros amigos, a nuestros familiares. Festejaremos cada día. Cantaremos, bailaremos, viajaremos, besaremos y daremos flores. Leeremos poemas y veremos el mar. Tenderemos la mano a los que permanecieron aislados en cuarentena y también a los que debieron salir para buscar su sustento.

No olvidaremos nunca que los niños merecen prometedores amaneceres llenos de juegos, de paz y de vida. No olvidaremos que hubo días grises que nos arrebataron horas con dolor y miedo. No olvidaremos a los que lucharon. No olvidaremos que nosotros quedamos para dejar un legado. Un legado de humanidad y amor.

El Puente Viejo

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Mostar es una antigua ciudad en Bosnia y Herzegovina dividida por el río Neretva.

Ahí, se erige una edificación emblemática, el Stari Most o más conocido como el Puente Mostar construido en 1566 durante el Vilayato de Bosnia del Imperio Turco Otomano bajo las ordenes de Suleiman el Magnifico.

Diseñado por Mimar Hayrettin, alumno del arquitecto Sinan ibn Adülmennan, el Stari Most o Puente Viejo con influencia mediterránea, pre-otomana y otomana, de una longitud de 30 metros y una altura de 20 metros, se construyó con una singular roca caliza conocida como “Tenelija’ de gran resistencia física uniendo las laderas de la montaña Velez y la colina del ‘Ronquido’. Con el tiempo se incorporaron a esta maravillosa estructura dos torres fortificadas haciéndolo aun más elegante y distinguido.

El 9 de noviembre de 1993 a las 10:15 am este extraordinario monumento histórico fue destruido. El ingeniero eléctrico Slobodan Praljak convertido en Mayor General del Consejo Croata de Defensa, durante la cruenta Guerra de Bosnia ordenó su destrucción.

Este hecho esboza tan solo un ejemplo de la terrible guerra étnica en la que en menos de tres años murieron más de cien mil personas ante la controvertida inacción de la comunidad internacional. Casos como el Sitio de Sarajevo en el que murieron más de doce mil personas y más de cincuenta mil resultaron heridas o el llamado Genocidio de Srebrenica en la que murieron más de ocho mil personas incluyendo niños varones en fusilamientos masivos recrudecen una dramática y penosa realidad de nuestra historia reciente.

El horror puede tener varias escenas, y una de ellas fue sin duda el asesinato de mil setecientos hombres bosnios refugiados en Potočari que fueron masacrados en ejecuciones sumarias mientras sus mujeres y niñas eran violadas.

Esta fue la Guerra de Bosnia.

Más de un millón ochocientos mil personas desplazadas, el asesinato de más de cien mil personas, entre veinte y cuarenta y cuatro mil mujeres y niñas violadas, hambruna y un territorio de hermanos devastado.

Hoy, el Puente de Mostar se yergue majestuoso en el mismo lugar donde estuvo originalmente. Su compleja reconstrucción iniciada a finales del año 2001 en manos de militares españoles, de una amplia comunidad de expertos locales e internacionales, del apoyo de la UNESCO y del Banco Mundial y de manera muy especial y significativa de la gente de Mostar -utilizando las mismas técnicas y métodos  e incluso el mismo tipo de roca con el que originalmente se construyó- hizo posible que el 24 de julio del 2004 se reunificaran no solo las distintas laderas del río sino una historia entre hermanos dejando atrás el odio y la guerra haciendo del Viejo Puente de Mostar ahora uno de los símbolos de paz más importantes en el mundo, multiétnico y de coexistencia multireligiosa.

¿México, con su violencia entre jóvenes hermanos dividido no por una limpieza étnica, de genocidio y deportación, sino por el control de rutas y territorio para las drogas puede aprender de este trágico y doloroso legado?

¿Las Masacres de Foca, el Asedio a Sarajevo, la Masacre de Srebrenica, la Masacre de Sandici podrán ser suficiente presagio para que detengamos esta terrible etapa de sangre? y lo más importante ¿No es deseable que México viva una profunda reconstrucción como el Viejo Puente de Mostar que traduzca el esfuerzo y el trabajo en oportunidades de paz y el anhelo de reconciliación entre hermanos?

El Stari Most es el ejemplo.

Alejandro Mantecon

alejandromantecon@me.com